lunes, 25 de enero de 2010

Heterodoxos mexicanos


En este mundo saturado de información, las antologías están llamadas a cumplir una función importante en el acopio, selección, organización y difusión de materiales. Constituir referencias sería uno de sus principales valores, toda vez que las condiciones económicas, espaciales y temporales impiden, en la práctica, que un ciudadano más o menos normal tenga a su disposición la mejor literatura sobre un tema o datos actuales y confiables. Desafortunadamente, no todo lo que se presenta como "antología" es resultado de un trabajo serio. Sé de casos en que se recopilan textos de amigos, compañeros de tertulia y borrachera, se unen a un prologuito lleno de elogios, se empastan y se presentan como el non plus ultra de la literatura regional. Sé también de cosas peores: sirven de ejemplo las "antologías" que incluyen obras por encargo sobre un asunto cualquiera, y terminan siendo "el fruto de una exhaustiva investigación". ¿Y qué decir de aquellas que nacen del "ahí me mandas algo…"?


Por suerte, hay quienes sí toman en serio la investigación y le dedican el tiempo que la elaboración de una antología exige. Y en ese sentido, Heterodoxos mexicanos de Rubén Gallo e Ignacio Padilla (Fondo de Cultura Económica, 2006) es un ejercicio muy interesante. En primer lugar, porque los autores rescatan diez textos del siglo pasado poco difundidos, pero que al mismo tiempo resultan excéntricos, porque rompen con la imagen de ciertos escritores que las historias de la literatura y las biografías había configurado. En segundo, porque en torno a estas letras se establece un diálogo, un intercambio de ideas que devela un panorama poco conocido en nuestra literatura, un cruce de ensayos que discuten los "aspectos raros" de esta muestra. Y, finalmente, porque tanto los textos como la amenidad de los comentarios suscita el deseo de regresar y revisar a los escritores citados, característica ésta que podría convertir las 168 páginas en un instrumento para la promoción de la lectura en la educación media y, quizá también, a nivel superior.

El libro comienza con "Mi amiga la incredulidad" de Martín Luis Guzmán, continúa con "…IU IIIUUU IU…" de Luis Quintanilla y la "Radioconferencia sobre el radio" de Salvador Novo. Aquí, al analizar el humor de Novo que en una frase puede lo mismo criticar que celebrar un hecho, Padilla señala que actualmente hay pocos escritores con ese "sentido del humor y de ese veneno." Y manifiesta que "Destilar veneno en México se hace extraliterariamente, quizá porque hay pocos lectores con el suficiente sentido para apreciar el wit."
La selección continúa con "El polvo mágico" de Federico Sánchez Fogarty y un fragmento de "La inteligencia se impone", artículo para la revista Timón, de José Vasconcelos, donde puede verse lo que el nazismo y el fascismo representaban para el padre de la educación en este país: "Lección provechosa la de Hitler, la de Mussolini, para todos los pueblos hispánicos de América que vivimos aplastados y sin embargo creemos contar con el porvenir. Conviene recogerla: ¡quizás mañana surja quien la aproveche! ¡Romper todas las mafias que estrangulan a la patria, encarnar la voluntad, colectiva, convertirla en elemento creador y enseguida decidirse a cambiar las rutas de la historia! (86)

Pero el cuento que no tiene madre es "La noche de la gallina" de Francisco Tario. Un texto fabuloso, kafkiano, negro, delicioso, estremecedor y póngale, querido lector, todos los adjetivos que se ajusten a lo unheimlich freudiano. Entre los comentarios de Rubén Gallo sobresale que este "es un cuento para vegetarianos". Y explica: "siempre me he burlado de los vegetarianos pero el cuento de Tario me quitó las ganas de comer gallina". Luego vienen "Pérez con alas" de José Revueltas, el "Poema circulatorio de Octavio Paz", "Dacti Dung Baal" de Bárbara Jacobs y "La historia de un gallero infortunado" de El Crack.

Según los autores, "esta antología es como una gran travesura". Pero desde luego es una travesura muy afortunada. No transformará el canon literario, pero el diálogo posibilita nuevas y diferentes lecturas. Veamos: "Pero imagínate que alguien que no conoce México leyera nuestro libro –dice Rubén a Padilla. Se quedaría con la impresión de que vivimos en un país en donde los escritores dan conciertos con sus máquinas de escribir, los pericos usan audífonos, los poetas pasan el día enchufados al radio y cantando las maravillas del cemente. Un país donde los políticos fueron nazis, las gallinas son asesinas, los burócratas padecen tumores botánicos, los cuentistas escriben relatos en "zaum", Octavio Paz habla por teléfono con Yahvé y el Crack publica novelas rurales." A lo que Ignacio responde: "El mundo que surge de esta antología tiene que ver más con la literatura que con México".

Este texto se publicó originalmente en mayo de 2007 en El heraldo de Puebla.

1 comentario:

  1. Wow! que buena lectura acabo de hacer. Sin querer di click en esta lectura y resulta que tiene hasta que ver con el tema 2 a grandes rasgos sobre el uso ètico de la información, ya que el hacer antologìas y el uso de ellas no sòlo implica recopilar, engargolar o empastar y "venderlo" como la mejor lectura que alguien pueda hacer.
    Otro punto importa es que de cierta manera hace referencia a no quedarse en el "regionalismo" de la escritura sino el tratar de generalizarlo a otro público.

    ResponderEliminar