jueves, 8 de julio de 2010

De la educación como autoapropiación consciente


En estos días he coincidido con Martín López Calva, y recordé que en mi librero tengo, de su autoría, un ejemplar de Pensamiento crítico y creatividad en el aula (México: Trillas, 2006). Recuerdo, también, que me llamó la atención el título, pero, me decidió a comprarlo el prólogo de Antonio Rugarcía, a quien le parecía que "una bomba atómica invisible destruyó a la educación en nuestro país, preservando a las instituciones educativas" (5). La imagen revela la magnitud del desafío que enfrentaban los docentes, frente al cual, el pensamiento crítico y creativo era un motivo para la esperanza. Cabe señalar que la primera edición es de 1998. Han pasado doce años desde entonces a la fecha. No es mucho tiempo, ni es poco. Son sólo dos sexenios. ¿Qué tanto ha cambiado el escenario? ¿Podemos mantener la confianza en el desarrollo del pensamiento crítico y creativo asumiendo que el mayor cambio consiste en que ahora hay aulas físicas y aulas virtuales? ¿Sigue siendo urgente que el ser humano desarrolle intencionalmente todas y cada una de sus potencialidades para buscar la construcción de un mundo mejor? ¿O ya mejor nos dedicamos a otra cosa?

Al comienzo del libro, Martín apunta la razón por la que vale la pena ser críticos y creativos, a saber, porque la educación debe ayudarnos a ser más "dueño[s] de la propia actividad consciente". (8) En ese sentido, el Proceso de enseñanza-aprendizaje debe contribuir a que el estudiante piense y actúe, orientando su vida según aquello que descubre como valioso. El resto del texto lo dedica a exponer lo que se entiende por pensamiento crítico y pensamiento creativo y cómo pueden desarrollarse. Para ello, lo primero que ha de quedar claro es el carácter dinámico de los fenómenos abordados. Así pues, siguiendo a Lippman explica
Cuando un alumno es capaz de reconocer el error y autocorregirlo, muestra sensibilidad al contexto en el que afirma sus juicios y clarifica los parámetros en los que se enmarcan sus afirmaciones; puede decirse que está en el proceso continuo de apropiación que facilita pensar críticamente. (12)

Pensar críticamente es un proceso que va de la atención (propia de los sentidos) al juicio (en tanto que verificación), pasando por el entendimiento que concibe y formula, es decir, que identifica relaciones, razona, explica y verifica. No se trata de la pura abstracción ya que este pensamiento desemboca en la toma de decisiones "orientadas no por su afectividad, su impulso, su interés, la ideología dominante, las leyes, o cualquier otra causa relativa". Se trata pues de un discernimiento que trasciende la razón instrumental al implicar valores (descubiertos o confirmados durante el proceso) que "conduce[n] al sujeto a la plena conciencia y lo dirige hacia sus propios objetivos pero además, le proporciona criterios para saber si está alcanzando los objetivos que se planteó". (15).
Si bien, para su estudio y explicación se pueden desglosar los estadios del proceso, para López Calva está claro que la llamada Actividad Consciente Intencional (ACI) es una "estructura dinámica de operaciones" que "pone en contacto al sujeto con la realidad en la que vive" (17) y "tiende intencionalmente a diferentes mundos de objetos cognoscibles" (19), en distintos niveles y según diversos patrones.
Así, en la medida en que la creatividad es "la capacidad del hombre de transformar el mundo" se ubica en el nivel de la inteligencia, con un predominio del patrón estratégico y del patrón del sentido común; mientras que la criticidad –conocimiento de la realidad- apunta a los patrones del sentido común, científico y filosófico. De este modo, y toda vez que el paso de la experiencia a la razón requiere inteligencia, se advierte cuán fuerte es el vínculo entre pensamiento creativo y pensamiento crítico.

Las operaciones básicas del pensamiento creativo corresponden al ámbito de lo heurístico y entre ellas se encuentran "inquirir, imaginar, comprender, concebir y formular" (25). Así, mientras que el pensamiento creativo es autocorrectivo, sensible al contexto y referido a un parámetro, como ya se ha dicho, el pensamiento creativo es fluido (cantidad de ideas sobre un tema determinado, flexible (variedad y heterogeneidad de las ideas) y viable ( soluciones realizables en la práctica) (Cfr. 26). Vale la pena mencionar que, aunque bien fundamentado bibliográficamente, el planteamiento no es totalmente teórico pues incluye además de tono reflexivo, una serie de ejemplos -como la semblanza de personajes creativos de la talla de Frank Lloyd Wright, Augustre Rodin, Alexandre Dumas, padre, Antoni Gaudí í Cornet, Constantin Brancusí, Nicolò Paganini- y preguntas que hacen del documento –si vale la expresión- un libro interactivo.

En la caracterización del pensamiento creativo, Martín sigue a Mauro Rodríguez y su Manual de creatividad, apuntando que existen tres grandes áreas, a saber: cognitiva (que abarca la fineza de percepción, la imaginación, la capacidad de discriminación y la curiosidad intelectual), afectiva (que implica la autoestima, la liberta, la pasión y la profundidad) y volitiva (que incluye la tenacidad, la tolerancia a la frustración y la capacidad de decisión). Lo cual está muy bien, pero seguramente el lector ya se estará peguntando ¿y cómo se le hace? Lo primero es advertir que
Nuestra verbalista privilegia el oír; nuestra educación memorística, el ver, parecería que en el aula nos dedicamos a desarrollar estos sentidos –quién sabe qué tan armónicamente- y a bloquear o reprimir, por ejemplo, los demás. (47)

Y recuerdo vagamente (porque no sé quién lo dijo) que la ver y oír son verbos que requieren la distancia y permiten tomar perspectiva; mientras que el tacto, el gusto y el olfato son verbos de proximidad. No se puede palpar a lo lejos. Y la caricia, por ejemplo, cuando no es deseada resulta incómoda. La presencia de lo Otro y el otro en la inmediatez es percibida generalmente como una intromisión que recuerda la vulnerabilidad de lo Mismo. ¿En qué momento la presencia se torna acoso? El contacto que humaniza en el campo puede vivirse como una invasión de la intimidad en las grandes ciudades. Tal vez por eso en el aula se ha venido bloqueando y reprimiendo algunos sentidos; después de todo, uno no puede ir por la calle palpando, oliendo y saboreando todo. Sin embargo, Martín considera que
Un buen comienzo para tratar de desarrollar el pensamiento creativo sería tratar de generar experiencias de aprendizaje en las que se involucren, de manera integral, la mayoría o todos los sentidos, y en las que se llegara a una progresiva retroalimentación y concientización sobre la manera en que atendemos. (47)
Desde luego, un mayor estímulo producido por la diversidad de sensaciones puede desarrollar la capacidad de inquirir, la destreza de imaginar, la comprensión del entorno y la búsqueda de respuestas. Y para evitar que se pierda el rumbo, entra en juego el pensamiento crítico, cuyas habilidades incluyen: analizar el valor de afirmaciones, clasificar y categorizar, construir hipótesis, definir términos, desarrollar conceptos, descubrir alternativas, deducir inferencias de silogismos hipotéticos, encontrar suposiciones subyacentes, formular explicaciones casuales, formular preguntas críticas, generalizar, dar razones, ver las conexiones parte-todo y todo-partes, hacer conexiones y distinciones, anticipar consecuencias, trabajar por analogías, trabajar en consistencia y contradicciones, buscar falacias, reconocer aspectos contextuales de verdad y falsedad, reconocer independencia de medios y fines, hacer seriaciones, tomar todas las consideraciones en cuenta. (Cfr.55)

Otra vez, eso suena muy bien, pero ¿cómo desarrollar el pensamiento crítico? Al igual que el pensamiento creativo, requiere en primera instancia ser comprendido y luego una serie de estrategias. Aquí, por ejemplo, "Un buen curso de lógica ayudaría a desarrollar otras habilidades como al de detectar supuestos subyacentes, inferir conclusiones de un silogismo, descubrir falacias y contradicciones, elaborar buenos juicios, etcétera". (57) Desde luego, con lo aquí mencionado, no hace falta decir que el pensamiento crítico y creativo no se transmite. El rol del docente no será "enseñar" pensamiento crítico y creativo, ni explicarlo, sino propiciar ambientes de aprendizaje con actividades orientadas al desarrollo humano que le permitan al estudiante asumirse –mediante un diálogo respetuoso- como "sujeto en proceso de autoapropiación", puesto que también es un "sujeto en proceso de autoapropiación" (61) En otras palabras, el docente "[s]ólo podrá promover seres críticos y creativos un profesor que sea cada vez más atento, inteligente, razonable y libre". (62)

En todo esto, el lenguaje juega un papel fundamental. Primero, porque
[e]l ser humano vive en un mundo mediado por el significado. A medida que crece y se desarrolla, su mundo –el de cada uno- va siendo cada vez menos inmediato y más lleno o condicionado por este filtro, cuyo elemento fundamental es el lenguaje. (43)
Y luego, porque
[u]n educando que va siendo cada vez más creativo y crítico es un sujeto que es cada vez más capaz de dialogar, en el sentido más estricto del término, es decir, una persona que va siendo capaz de encontrar sentido o significado a las cosas, en compañía, a partid de, o junto con el otro. (63)

Es de esperar que en la medida en que se desarrollan el pensamiento creativo y el pensamiento crítico, las relaciones en el aula se transforman. Se pasa del grupo –conjunto de individuos que comparten tiempo y espacio- a una comunidad de cuestionamiento. Y este es el mejor indicador de que se está en el camino adecuado.
Un proceso de desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y creativo en el aula debe implicar un cambio en la dinámica grupal: del monólogo al diálogo, de lo vertical a lo horizontal, de la contraposición a la comprensión, de la información a la formación; es decir, del grupo tradicional a una comunidad de cuestionamiento. (64)
En fin, este es el escenario posible señalado por Martín López Calva, quien advierte que no se trata "de desechar la educación tradicional que tiene muchos valores ni de incorporar técnicas pedagógicas y equipos modernos que también tienen mucho valor pero no son suficientes"; porque "se trata de partir de una transformación auténtica de 'nuestra mente y nuestro corazón', pues como dice Stenhouse, si esto no cambia, no cambia nada en la educación". (72)

Nota: el 8 de julio de 2010 conversé con Martín sobre este libro. El audio se encuentra en mi podcast.

6 comentarios:

  1. Estimado Carlos: Muchísimas gracias por tu muy amplio, pertinente y amable comentario sobre mi libro. Ha sido un gusto encontrarnos en el espacio de la formación docente y espero que sigamos en contacto.

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  2. Creo que la idea romantica de que la eduacación y el hombre pueden cambiar al mundo no aplica para todas las ramas del conocimiento y menos en estos días que han aparecido numerosas e incontables corrientes acerca de la educación, la última en México: las competencias, método que en lo personal me parece insufiente, pero como en todos los módelos es difícil que deje contentas a todas las áreas del conocmiento, el que mucho aprieta poco abarca, así que diría que cada área del conocimiento debería de ser más selectiva y exclusivista en la corriente pedagógica que maneje.

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  3. A reserva de leer el libro comento: me parece, según puedo apreciar se parte aquí del hecho de que se conoce lo que sea lo creativo y lo crítico, y no mal se les define y se les entiende, solo un poco incompleto, me parece, porque ¿se trata con procesos? o ¿con facultades? es bueno que se quiera aplicar a la educación cierta manipulación de estas dos cosas pero mal se hace si no se sabe bien que son o cómo operan, dare un ejemplo: suponemos que la imaginacion (en el proceso creativo es importante) aporta un conocimiento necesario para el conocer del hombre, pero ¿qué parte de ese conocimiento? si es una facultad entonces es inevitable, todo el mundo goza de ella, no se puede decir que no la egercite, no se puede decir que no todo lo que conoce es imaginativo, sino es facultad, sino un proceso, tenemos un problema, estos no son y no pueden desarrollarse igual en todos los individuos con lo cual, pues ya no es aplicable de forma universal al mejoramiento educativo, quiero decir, hay quien no puede imaginar o todos pueden... en fin supongo que Kant a afectado un poco mi cabeza... pero como mi tesis es sobre la imaginación supongo que el problema de tratar con estos conceptos es un poco más complicado que solo asumir que se puede hacer con ellos y hacia donde orientarlos.

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  4. A veces tengo la idea (según el estado de tolerancia) de que las ideas sobre una mejora educativa son puramente utopía, sin embargo, algo me hace resistirme y creer que en algún momento algo que podamos hacer, por pequeño que parezca (siempre y cuando esté bien hecho), puede fomentar el no quedarse en la mera idea de que las cosas pueden cambiar. Lo que sí es que muchos de los profesores que tenemos en el colegio (y alumnos claro) deberían (deberíamos)de leer este libro, pero también debería de promover este blog con los profesores de la facultad.
    María Montserrat Morales Aguilar

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  5. La educación se ha ido haciendo más técnica y menos crítica. Es cierto que es importante la práctica y saber utilizar la tecnología, pero también es necesario pensar.
    Por otra parte, considero importante que mi profesor de computación me invite a conocer estos temas, al mismo tiempo que utilizo las herramientas de la mente. ¿Genial, no?

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  6. La educación hoy debe desarrollar lo mayor posible, las pontencialidades del alumno, para que tenga un pesamiento creativo y critico, para que tenga estas habilidades, y la emple en su vida social,profesional, e individual ante cualquier reto que se le presente.

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