viernes, 17 de agosto de 2012

Los famosos portafolios


En la actualidad es cada vez más frecuente escuchar conversaciones, o al menos referencias, a los portafolios electrónicos. Sin duda, para algunos artistas, publicistas o constructores es muy importante poner al alcance de sus posibles espectadores, consumidores o clientes una muestra significativa de sus trabajos anteriores para que tengan una relativa certeza sobre lo que pueden esperar de ellos. En la misma línea, varias universidades permiten el acceso, desde su página web, a los portafolios electrónicos de sus profesores en los que queda la constancia de su trayectoria y logros académicos.

Pero los portafolios profesionales no son los únicos. Existen también los portafolios escolares cuya utilidad en el proceso formativo está ahora fuera de toda discusión, sobre todo, en modelos educativos que han apostado por la gestión de aprendizajes a través de competencias. Y es que sin evidencia -ya se sabe- no hay competencia. Sin evidencia puede haber capacidad, talento, habilidad, destreza, imaginación, conocimiento; pero no competencia. Más aún, gracias a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) los portafolios electrónicos resuelven en gran medida el problema del almacenamiento y manejo de estas muestras del desempeño escolar.

Ahora bien, para que un portafolio -electrónico, impreso o mixto- funcione adecuadamente es importante que se inserte en un programa o proyecto escolar. No basta con recopilar trabajos. En este sentido, me parece importante recuperar algunos fundamentos y estrategias de un libro sobre el tema que marcó una época. Me refiero a Una introducción al uso de portafolios en el aula de Charlote Danielson y Leslye Abrykub (México: Fondo de Cultura Económica, 2004), publicado originalmente en inglés en 1997 y dos años después en español. En el texto se establece, de entrada, que
En primer lugar, los portafolios consisten en colecciones de la tarea de los alumnos: una serie de trabajos producidos por cada uno de ellos. Segundo, las colecciones son deliberadas y no azarosas. [...] Y tercero, la mayoría de las descripciones de los portafolios incluyen la oportunidad que tienen los alumnos de comentar su trabajo o reflexionar sobre él. (10.11)
Y una vez definido el término, se establece una tipología básica con tres clases, a saber, los portafolios de trabajo, de presentación y de evaluación.
 
Los portafolios de trabajo “sirven como depósito de reserva” para evidencias que posteriormente pudieren incluirse en algún portafolio de los otros tipos. Su función principal es guardar o recopilar el trabajo de los estudiantes. Y de este modo, tanto el profesor como el alumno “tienen pruebas de los puntos fuertes y débiles en el alcance de los objetivos del aprendizaje” e “información extremadamente útil para diseñar la enseñanza futura” (16).

Ahora bien, el uso de los portafolios de presentación, de exhibición o de los mejores trabajos es quizá el “más gratificante” de los portafolios porque en él los alumnos recuperan “sus mejores trabajos, los que los enorgullecen”. Su función es “demostrar el nivel más alto de realización alcanzado por el alumno”, o dicho de otra manera, su carta de presentación, como si estuviera diciendo: “Este soy yo. Esto es lo que puedo hacer”. (19)

El tercer tipo de portafolios corresponde a los de evaluación diagnóstica, cuya función es “demostrar y documentar lo que los estudiantes han aprendido” (27) y en consecuencia, el proceso de selección de evidencias es mucho más controlado ya que las evidencias deben corresponder al logro de expectativas.


En todo caso, uno de los méritos de los portafolios es que “permiten a los estudiantes documentar aspectos de su aprendizaje que no surgen con claridad en las evaluaciones tradicionales” (27). Y el potencial aumenta en la medida en que evidencian el trabajo interdisciplinar o la especialización en un área de conocimiento o tema de estudio y se combina con la creatividad personal, sin olvidar que la magia de los portafolios no radica en ellos mismos, sino en el proceso puesto en marcha para su creación y la cultura escolar en la que se valora el aprendizaje documentado” (32).

Con lo escrito hasta el momento, queda clara la utilidad del portafolio escolar ya que en él convergen el proceso educativo y sus productos. ¿Pero cómo realizar un portafolio? La propuesta de Danielson y Abrulyn no se ha modificado significativamente en trabajos recientes sobre el tema. Seguimos hablando de cuatro momentos:  recolección, selección, reflexión y proyección. (34)

Al hablar de la primera etapa, y dando coba al humor, las autoras nos recuerdan que “en un ámbito tradicional, los maestros asignan tareas, los alumnos las cumplen (al menos eso es lo que esperan los maestros), las devuelven a aquellos, quienes las corrigen (o se corrigen en la clase)” y hasta aquí todo marcha bien; pero, lo profesores “las entregan nuevamente a los alumnos, que, o bien las tiran, o bien las llevan a su casa (donde posiblemente las tiren)”. Es obvio que la recolección es fundamental para la elaboración de un portafolio porque rompe con este ciclo evitando que se pierdan las evidencias, pero además, le recuerda a los alumnos que “pueden aprender por el hecho de guardar y revisar sus tareas”. (35) Esto, desde luego, no significa que deba archivarse absolutamente todo.

La selección corresponde al examen de lo recolectado “para decidir qué transferir a un portafolio de evaluación o presentación más permanente”. Cada elección implica una valoración formativa que le permite al estudiante reconocer sus logros así como los aspectos que puede mejorar, trascendiendo la preocupación por cumplir con la sola entrega de un determinado número de tareas. (39) En este tenor, debe “demostrar toda la gama de metas de aprendizaje definidas en el programa” e incluso elementos “insatisfactorios”. (41)

Si la recolección es indispensable para que las evidencias no se pierdan y la selección implica un juicio personal cercano a la autoevaluación, la reflexión es “un componente esencial” toda vez que en ella “los alumnos expresan (habitualmente, por escrito) su pensamiento sobre cada elemento de sus portafolios” (43), lo cual constituye -diríamos echando mano del tecnicismo- una oportunidad para la metacognición. Y esto es ya un cambio respecto a la educación tradicional. Genera un ambiente distinto. Además de que “una de las mayores diferencias entre las aulas que usan portafolios y las que no lo hacen es el grado de reflexión de los alumnos sobre su trabajo”. (44) Al mismo tiempo, es útil para el profesor porque al conocer “los motivos de sus elecciones” halla “valiosas revelaciones sobre sus maneras de conocer” (45-46).

Finalmente, la proyección es “una mirada hacia adelante y la fijación de metas para el futuro” que pasa por la comunicación, ostensión o muestra de los trabajos que dan cuenta del trabajo personal o colectivo (49).

Volviendo a los beneficios de los portafolios, las autoras señalan que “se ha comprobado que los portafolios ejercen una gran influencia sobre la cultura escolar, ya que tocan áreas situadas en el corazón mismo de la escuela y su misión: la evaluación, la comunicación con los padres, el desarrollo profesional y la investigación acción” (53), lo cual pocas veces se logra con pruebas e informes tradicionales. Obviamente un portafolio es más elocuente que una boleta llena de números o letras; pero no sólo eso: en una clase que los utiliza “los elementos de un proceso educativo están ´más entrelazados” (63) a tal grado que se convierte en “una herramienta que redunda en grandes beneficios para [el alumno[, y no una actividad concebida para “tranquilizar a otros”. (65)

Es importante, para lograr este grado de aprovechamiento, tener en cuenta que “si bien los comentarios y las críticas de otros pueden ser valiosos en este proceso, la propia aptitud para controlar y manejar el autoperfeccionamiento es lo más importante para alcanzar la excelencia” (66). Al alumno le corresponde tener en cuenta ciertos parámetros de calidad al mismo tiempo que va del mero cumplimiento hacia aptitudes cognitivas complejas, pasando por la corrección. Cuando se llega a este nivel, está claro que “uno de los enormes beneficios de un programa de portafolios es que permite compartir la responsabilidad del aprendizaje... ¡Con los mismos estudiantes!” (71) Así pues, conforme se avanza en el nivel educativo, el portafolio escolar se irá aproximando al portafolio profesional. Sin embargo, “Si los educadores introducen los portafolios en una clase tradicional y los alumnos los llenan con guías de actividades y ejercicios prácticos, poco se ganará que sea de naturaleza educativa”. (91)

Esto nos dice que la implementación de portafolios educativos no está exenta de desafíos y cuestiones que van de lo práctico hasta la logística. Hay que determinar su “finalidad, la estandarización, la selección del contenido, la documentación, el acceso y almacenamiento y la revisión por parte de la familia”. (92) Es importante, pues, que al ir señalando las características del portafolio no se incurra -al privilegiar un aspecto- una contradicción con el propósito del curso o que por la forma se sacrifique el contenido.

Y en el caso específico de la evaluación diagnóstica, en función del tamaño de la institución es probable que se tengan que capacitar y formar evaluadores, calificadores o certificadores que realicen esta tarea a gran escala. Y para ayudarles en su labor se requieren criterios claros, por una parte, y que los portafolios se encuentren organizados y estandarizados, ya que no se pueden comparar peras con manzanas.

Cuando se implementa un sistema de portafolios es importante recordar que su uso en el aula “representan un cambio considerable en la práctica corriente en la mayoría de las clases” (114) y que lo más conveniente es iniciar poco a poco, previendo algunas de las dificultades que se presentarán y evitando hacer alardes que terminan en promesas incumplidas... Idealmente, hay que generar espacios y momentos “durante el día laboral normal” para que “los maestros que usan los portafolios en sus clases [puedan] compartir sus resultados y frustraciones”, incluyendo desde “cuestiones de administración hasta la resistencia de los alumnos”(119). Y en este punto, las autoras son muy puntuales, al recordarnos que “cualquier proceso de enseñanza se fortalece con las conversaciones y los encuentros profesionales, pero un nuevo enfoque requiere el mayor de los respaldos”. (123)

En cuanto al manejo de los portafolios las autoras -recordemos el año de publicación- nos dicen que “los maestros deben encontrar formas de manejar cantidades de papel y proyectos aún más grandes” (125) con lo cual el primer problema logístico es “el depósito” para carpetas o cajas (126), asunto que se resuelve fácilmente cuando se trata de un portafolio digital, también considerado por las autoras:

Algunos editores comerciales tienen hoy en venta programas para guardar electrónicamente el trabajo de los alumnos. Este método tiene la ventaja evidente de permitir que enormes cantidades de papel se guarden en un espacio muy pequeño. Para el almacenamiento a largo plazo y el mantenimiento del trabajo de los estudiantes en un archivo, bien vale la pena explorar las posibilidades de este sistema. (129-130)
Aunque, a su juicio
Su principal defecto, sin embargo, es que la mayoría de los alumnos, maestros y padres valoran la experiencia de mirar la labor concreta del estudiante, sostener el papel en sus manos y comparar entre sí dos trabajos. (130)

En fin, el soporte y el espacio requerido para almacenar los portafolios es sólo el principio. Es importante decidir quién es el propietario de las evidencias, si su uso es exclusivo para la clase o queda abierto a otros espacios, habrá que establecer los mecanismos para que los profesores del siguiente curso lo reciban y puedan dar seguimiento al desarrollo de sus estudiantes. Y entre todos estos desafíos hay que incluir la organización: “Sin una estructura, un portafolio consiste meramente en una elección de trabajos, y un lector no tendrá idea de cuál es su contenido o su significado”. (134)

Así pues, en un portafolio debe existir una sección para documentos y trabajos, debidamente fichados y etiquetados para que el “lector [pueda[ navegar con facilidad a través de él y comprender el sentido de cada elemento” (137). Ha de distinguirse además el contenido de la reflexión donde “los alumnos indican por qué seleccionaron un trabajo, qué muestra sobre ellos, que les gusta de él y qué cambiarían si tuvieran la oportunidad de rehacerlo” (138), de preferencia haciendo explícitos los “indicadores para el establecimiento de metas” y dando oportunidad a los “comentarios de otros públicos”. No pueden faltar una introducción y una portada. Todo esto señalado en un índice.

Con todo esto, queda suficientemente claro que los portafolios educativos trascienden la mera recopilación de trabajos o tareas e implican una planeación seria, un acompañamiento permanente a los alumnos, amén de “numerosos detalles prácticos y logísticos”,  pero “cuando están bien organizados e integrados en la cultura de la escuela, los portafolios hacen una contribución sustantiva a la realización del alumno, ya que lo comprometen más responsablemente en su aprendizaje y aumentan el orgullo que siente por su trabajo” (147).

7 comentarios:

  1. A mi parecer es un documento bastante interesante puesto que a lo largo de nuestra formación académica hemos utilizado desde los portafolios escritos hasta los digitales, y al menos en mi caso no me había centrado en lo que es un portafolio en general y las características formales, si no que simplemente lo veía como una recolección de información para evidenciar lo trabajado en un curso y ya. Pero gracias a éste documento, puedo tener noción de las diferentes finalidades que tiene un portafolios, los pasos necesarios para llegar a su realización, las características de lo que es un portafolio digital y el cómo evaluarlo, por lo que creo que es un articulo muy completo que nos sirve tanto para el trabajo que realizaremos dentro de ésta clase, como para nuestra formación en general y el desempeño de nuestra futura profesión.

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  2. Me pareció muy interesante este artículo, la mayoría de las personas creemos (hasta hoy por mi parte) que los Portafolios son meramente un concentrado de los trabajos cuya finalidad es facilitar el trabajo del docente para calificar y sin ninguna ventaja para el alumno, pero claramente no es así, es una herramienta con muchas ventajas tanto para los alumnos como para los docentes y sería de gran utilidad que lo supieramos para poder implementarla cuando sea necesaria. Desde mi punto de vista los portafolios son una buena herramienta, muy bondadosa para evaluar y para demostrar las competencias que los alumnos alcanzan en un curso determinado. Funcionan como una util y práctica guia de evidencias de aprendizajes.

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  3. Es interesante esta reseña, ya que el portafolio como estrategia debe ser promovido de la manera mas correcta por lo profesores y alumnos, puesto que requiere de autonomía para que no sea un repositorio nada mas También es importante señalar que las actividades que se plantean promueven diferentes formas de evaluar desde el inicio del proceso hasta el producto final de manera constructiva.

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  4. Me parece muy interesante lo mencionado anteriormente, ya que actualmente nos encontramos en tiempos donde las TIC forman parte escencial de la cultura. En materia educativa, dichas tecnologías tienen un lugar importante, en el cual pueden verse en forma de portafolio como se menciona anteriormente en la reseña, partiendo del proceso de enseñanza-aprendizaje, resaltando las características mismas del alumno a la hora de desenvolverse en dicho proceso. En el portafolio de evidencias, el alumno puede mostrar sus mejores trabajos y elevar su autoestima escolar, al sentirse orgulloso de lo presentado y al mismo tiempo estará siendo parte de una construcción de conocimiento al reflexionar sobre su desempeño a lo largo del curso.

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  5. Desde mi punto de vista el portafolio es una herramienta muy útil si así se quiere ver o si así se quiere utilizar debido a que si es cierto que como estudiante muchas veces es necesario que guardes ciertas evidencias que generan orgullo en ti, pero también otras que te ayuden a valorar tu nivel de crecimiento. Y esto de seleccionar me parece una buena opción ya que como estudiante te obliga a tratar de presentar lo mejor posible tus evidencias y si el profesor se toma la molestia de hacer observaciones pues es aun mejor ya que parte del proceso educativo es la evaluación, cohevaluación y la autoevaluación para que exista un refuerzo que permita realizar mejoras.
    Y eso de darle seguimiento a los alumnos me parece bastante bueno puesto que aunque ya no estén a tu cargo, considero que muchas veces si se necesita un consejo o una felicitación.

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  6. Esta reseña es de vital importancia, ya que nos expone de manera clara el uso de los portafolios, así como sus características y los diferentes tipos que existen. De esta manera, la reseña presentada me ha ayudado a identificar los tipos de portafolios que he entregado a lo largo de mi carrera escolar.
    Me hizo mucho ruido la frase : “Este soy yo. Esto es lo que puedo hacer”; siendo una manera de decir que un portafolio es como un CV, donde exponemos que podemos hacer y que podríamos hacer.
    Sin duda, esta es una gran reseña.

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  7. Excelente como todo lo que usted trabaja "profe", felicidades.

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