Hace
unos días revisité el libro Selección y
uso de tecnología educativa de José Guadalupe Escamilla de los Santos (México:
Trillas-ITESM, 2011) publicado originalmente en el mítico año 2000. Hace mucho
tiempo, si consideramos la velocidad con que las innovaciones tecnológicas se
han desplazado unas a otras, últimamente. Sin embargo, constaté que a pesar del vertiginoso
cambio tecnológico, sigue vigente en cuanto guía para que los profesores que se
inician en la incorporación de las Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC) en su práctica docente reflexionen en torno a la selección y
uso de la tecnología sin dejarse llevar por “la novedad y moda” o por las atractivas “ofertas” de los
proveedores de tecnología. En este sentido, quiero resaltar un par de méritos,
en primer lugar está la claridad con que describe los criterios que
se recomienda tener en cuenta para elegir tecnología sin pretender agotarlos. Y en segundo lugar
el uso de elocuentes organizadores gráficos.
El
punto de partida es una definición operativa de tecnología educativa, entendida
aquí como el conjunto de “medios de
comunicación artificiales (tecnologías tangibles), medios de comunicación
naturales y métodos de instrucción (tecnología intangible) que pueden ser
usados para educar” (15).
Aceptada la definición, entonces podemos indagar
sobre lo definido. Y en este punto el autor señala que los estudios
comparativos previos no hallan diferencias significativas entre el uso de diversas
tecnologías, y explica que eso se debe a un enfoque reduccionista de tales
estudios, ya sea porque ven en la tecnología sólo un vehículo para la
transmisión de información, ya porque la comparación misma se centra en aspectos
similares excluyendo ipso facto las
ventajas y limitaciones. De ahí que para superar el escollo invite a analizar
las tecnologías en relación con las posturas teóricas sobre el aprendizaje, y
específicamente, planteando un par de preguntas:
- ¿Afecta el medio al aprendizaje? Este punto de vista se centra en el medio y encuentra su fundamento teórico en las teorías conductistas. (18)
- ¿Puede el estudiante construir conocimientos (o resolver un problema) con este medio? Este punto de vista se centra en el alumno y encuentra su fundamento teórico en las teorías constructivistas. (19)
Siguiendo
a Günter Dörr y Norbert M. Seel, el autor señala que “la mayor parte de los
métodos o enfoques de selección de tecnologías son orientadas al producto y
urge desarrollar métodos orientados al procesos” (19). El escenario ha cambiado
una década después, aunque no mucho y es comprensible, porque una parte
importante de la alfabetización digital, informacional y comunicativa, pasa por
la generación de hábitos. Pero no es esto lo que intenta explicar el autor ni
le interesa recomendar un determinado enfoque, lo que busca es “proveer un
grupo de criterios que el profesor pueda tomar en cuenta a la hora de tomar
decisiones sobre la selección y el uso de tecnología” (19-20) y a cada criterio
dedica un capítulo.
Así,
pues, asumiendo que cada profesor tiene una conceptualización de su quehacer
educativo, la cual justifica y da sentido a su práctica docente, se dedica el
segundo capítulo a las teorías de aprendizaje, o sea, “la manera como los
teóricos en educación explican el proceso que nos permite aprender” (25).
Teniendo en cuenta la definición del diccionario Heritage donde se dice que la
epistemología “es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza del conocimiento,
su presupuestos y fundamentos, su extensión y validez” Escamilla explica que
hay dos enfoques contrapuestos sobre la naturaleza del concepto y los resume en
el siguiente cuadro:
Desde
luego, este cuadro raya en la generalización, pero la intención del autor no es
profundizar en la epistemología como tal y mucho menos seguir su desarrollo
durante veinticinco siglos sino esbozar un marco que ayude a entender y situar
la “epistemología personal”, misma que ordinariamente “no es explícita”, pero “determina
la perspectiva que el profesor tiene sobre la enseñanza” (27). De este modo,
mientras que para un docente con una epistemología predominantemente
objetivista la realidad existe fuera del sujeto y entre más se la conoce mayor autoridad
se tiene, para un profesor inclinado al subjetivismo la realidad se construye
dándole significado y valor a las experiencias.
Que la
epistemología tiene implicaciones para la planeación educativa, el diseño de
ambientes, materiales y actividades de aprendizaje resulta obvio. Lo mismo sucede con la selección y el uso de
la tecnología. Pero, también intervienen las teorías de corte psicológico ya
que “lo sepa o no, todo profesor adopta una o varias teorías de aprendizaje que
aplica en su práctica educativa” (29). Así, el autor agrupa las diferentes
teorías del aprendizaje en tres grandes tipos.