martes, 22 de marzo de 2011

De oratoria

Apunta Salvador Munguía en la “Introducción” de su Manual de oratoria (México: Limusa-Universidad Anáhuac A. C. 2006) que éste viejo arte liberal mantiene su vigencia en “la política, el foro judicial, la enseñanza, el comercio y hasta [en] el amor”, ya que “la palabra hablada es la herramienta mágica que abre caminos, mentes, voluntades y corazones”. (7) En este sentido, su cultivo en el ámbito académico resulta indispensable puesto que contribuye a dominar el discurso propio de las diversas áreas de conocimiento, posibilita el desarrollo humanista y fomenta la participación social. Sin duda, acierta cuando dice que “Bien haría a nuestra sociedad una emergente generación de jóvenes profesionistas, cultos y responsables, que además [sean] ‘elocuentes’”. (9)

Luego pasa, en el primer capítulo, a esbozar una Teoría fundamental de la oratoria, a la que se define como “el arte de conmover, convencer y persuadir por medio de la palabra hablada” (11), dejando claro de inicio que debe tender a la belleza, misma que no ha de conquistarse sin ejercicio. El orador requiere de “un conocimiento profundo del alma humana” para cautivar además de “una fuerza mental y un criterio personal completamente formado” para convencer. Y en última instancia un entusiasmo capaz de mover la voluntad ajena hacia la acción deseada. Así pues, y dado que el éxito o fracaso pasa por la oralidad, conviene recordar que “La mediocridad en el manejo del lenguaje es una limitación fundamental que, a lo largo de la vida, produce otras tantas limitaciones”. (13)

Subgéneros oratorios. (Cfr.Munguía, 2006:13-19)

La técnica y procedimiento de la oratoria se presenta al final del capítulo y se desarrolla en los siguientes. Así, en el capítulo II se aborda la estructura del discurso siguiendo de cerca a las enseñanzas de Quintiliano, retor romano del primer siglo de nuestra era, autor de Institutio oratoria.

Tipos de exordio. (Cfr. Munguía, 2006:22)

Según él, un discurso se compone de a) exordio, cuyo “objeto disponer del á niño de los oyentes” (21), b) narración o presentación –clara, breve y verosímil- de hechos fundamentales, c) digresiones o “paso[s] fuera de la ruta”, d) la proposición o presentación del objetivo que persigue el orador, e) división o segmentación para facilitar el razonamiento, f) argumentación,

que es “la parte más importante del discurso” y “consiste en la demostración con argumentos o pruebas de la proposición o tesis del discurso” (24), g) confirmación, porque no se trata solamente de demostrar, “sino de convencer a algunos hombres de que ‘mi idea’ es mejor o más interesante y llevarlos a la práctica de ella” (25), h) refutación o anticipación de los argumentos en contra o posibles objeciones y i) peroración, que consiste en
una recapitulación de todo el discurso que tiene por objeto final el remate definitivo del convencimiento o persuasión del auditorio. Para ello hay que recordar las ideas más vigorosas, brillantes y convincentes. (26)
En cuanto a la elaboración del discurso, se recomienda seguir una serie de etapas, a saber: invención, disposición y elocución. En otras palabras, primero hay que generar y anotar las ideas principales, luego deben organizarse y, por último, aclararse. Este proceso se enriquece, desde luego con la lectura y la escritura, prácticas ampliamente recomendadas por Munguía. Y aquí me permito una breve digresión: Un lector experto, habituado a la lectura selectiva, crítica, comprensiva e interpretativa tendrá mayor facilidad para el acopio de información que un lector inexperto. Así mismo, un redactor que por sistema recurre a la preescritura, escritura y corrección de textos, estará mejor dispuesto que quien pretende escribir un buen texto, a la primera y sin revisión. Pero volviendo al planteamiento de Salvador Munguía, para lograr la elocución se requieren claridad (uso apropiado de las palabras) y ornato, cuya finalidad es conferir mayor atractivo al lector. Pues bien, aquí una lista de las cosas que se deben evitar:
Cacofonía. Es el vicio de la malsonancia de las palabras, por repetición de sílabas o por fealdad de ciertos vocablos.
Omoiología. Se realiza cuando la oración va en un mismo tono sin variar, lo cual crea aburrimiento y fastidio.
Macrología. Consiste en hacer un rodeo exagerado y mayor de lo que conviene.
Pleonasmo. Consiste en redundar exageradamente una idea [...]
Periergia. Es el cuidado nimio y exagerado en afinar las palabras, por lo cual resulta un lenguaje demasiado atildado.
Cacocelón. En general, consiste en la afectación que se puede interpretar como hinchazón, redundancia, adorno superfluo, etcétera. (32-33)
El proceso de elaboración continúa con la composición o redacción, y se nutre con la facilidad de palabra, la imitación (esa cosa que hoy se prefiere llamar modelado) y culmina con la pronunciación del discurso, etapa en donde cobran relevancia la declamación, el ademán, la memoria y la improvisación. Cabe señalar que este manual concluye cada capítulo con una práctica.

En el capítulo relacionado con la pronunciación del discurso sugiere realizar ensayos frente al espejo, grabar el discurso e improvisar temas.

Hay un capítulo que ofrece una serie de recursos para alcanzar la “perfección” en la oratoria, esto es, para detonar la pasión (en griego pathos) y la fuerza (en latín vis). Entre estos recursos se mencionan y explican los afectos, el humor y la ironía, la altercación, los tropos y otras figuras. No podía faltar un capítulo dedicado a los oradores por antonomasia, Demóstenes y Cicerón. Ni podían estar ausentes los ejemplos.

Es pues recomendable este Manual de Oratoria como tal. No ha de esperar el lector un tratado exhaustivo ni un compendio de recetas para ganar concursos. Nada más alejado de las fórmulas de la Programación Neurolingüística y los principios del lenguaje corporal. Se trata de una inducción a la práctica oratoria, un recordatorio de los elementos y condiciones básicos para su práctica, casi una lista de cotejo. Un prontuario de nociones clave... Los descuidos de edición se compensan con la generosidad del autor, quien eligió remitirse a los clásicos en lugar de hacer referencia a las nuevas teorías de la comunicación y las formas acartonadas a las que nos han acostumbrado los medios masivos de comunicación. Se trata de un regreso a las fuentes. Una vuelta al origen. Un viaje que no está de más.

4 comentarios:

  1. pues me hubiese venido muy bien un curso de oratoria, con lo mala que soy para argumentar. Por cierto ¿tendràs un par de horas por la mañana en tu casa?, dime dìa y hora.

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  2. muy interesante lo del manual de la oratoria, ojala profesor me pueda ayudar a buscar ese libro, es que en verdad me interesa la oratoria, pra dar buenos discursos y buenos pretextos..

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  3. Considero que la oratoria en nuestra época es de gran importancia, dado las circunstancias actuales que vivimos. La oratoria es un recurso que obliga al que la emplea a absorver una gran cantidad de conocimiento lo cual permite que el manejo del discurso por parte de estas parsona(s)sea de gran sencibilidad.

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  4. En verdad la "palabra hablada" abre caminos infitos.
    Gilda Lopez
    calaveras.bligoo.com.mx

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