domingo, 9 de noviembre de 2008

La nostalgia del mítico jardín

Si bien, los conceptos de Oriente y Occidente son construcciones teóricas cuestionables que simplifican en extremo la pluralidad y la complejidad cultural, no por ello dejan de ser útiles y reveladores de un conflicto de intereses y discursos dominantes que siguen lógicas distintas y apuntan en sentidos diferentes. El debate sobre la relación de ambos proyectos de civilización nos concierne. Nos reclama, si no una posición, al menos una palabra. Y en ese sentido, El jardín devastado de Jorge Volpi (México: Alfaguara, 2008) es una muestra de que el tema puede abordarse con lucidez, de forma narrativa, literaria, estética:

A sus seguidores el Profeta –la paz sea con él- les prometió un jardín donde gozar los eternos placeres de la carne.
El paraíso de los cristianos es, en contraste, puro y anodino: luz y perpetuo celibato.


No se trata pues de un estudio sobre el problema (aunque subyace el análisis serio de la cuestión). Es más bien la confluencia de tres historias importantes –la del narrador, la de Ana y la de Laila- cuyos fragmentos –acaso, fractales- se mezclan de tal forma que el lector advierte de inmediato y con facilidad los contrastes al mismo tiempo que puede delinear las principales características de cada proyecto. Esto es planteado, desde luego, con una buena dosis de ironía: “La alabanza al Clemente, al Misericordioso, que creó la guerra, la desolación y la locura.”

En Oriente, suceden los días de Laila, hija de un doctor, de nombre Karim. Desde niña tuvo buen oído y se le apoyo para que tocara la Flauta, sin embargo, “creció en la zozobra [...], con la certeza de que la calma era un cristal que siempre terminaba por quebrarse”. Cuando se casó, su corazón “se sintió apaciguado” y tuvo a su hija Fariza. La estabilidad, duró poco.


En Occidente, trascurre la vida de Ana, hija de Esther Reyes y Joaquín Sandoval, “un marxista resignado a ser pragmático”. Estuvo casada con un amigo del narrador pero antes de cumplir los tres meses “ya se habían separado”.


El narrador, aunque occidental, trata de colocarse en el centro (ya como simple perspectiva, ya como alternativa al conflicto). Geográficamente se mueve entre las ciudades norteamericanas de Atlanta y Harvard, por un lado, y por el otro, la capital de su patria, “amasijo de hienas y fantasmas”, donde se cometió, hace tiempo “un fraude sarnoso, descarado”. Lo que le confiere cierta neutralidad es que creció en una “burbuja” y sigue observando el mundo desde ella. Admira, por ejemplo “el trayecto del segundo avión y el inverosímil desplome del vidrio y el concreto” -en aquel imborrable septiembre- sin “alegría ni tristeza”.


Ana y Laila sufren mientras el narrador, desde un ambiente académico, intenta escribir sobre la humanidad, esa “pesadilla de verse tantas veces repetido” que conduce al odio para con lo humano. A Ana, pese a la vida cómoda, le duelen sus frustraciones e intenta suicidarse sin éxito en una tierra de políticos mediocres y pérfidos. Laila, en cambio, aferrada a la vida padece la violencia del Halcón, del cowboy y sus mercenarios, contra el Abominable. Camina descalza hacia Bagdad con la existencia doblemente amenazada, por la guerra y por la sentencia de un Djinn que había sido enterrado por los peshmergas tres días antes y que ella desenterró en Mosul. Bajo tierra, el genio arabesco decidió matar a quien lo rescatase, pero conmovido por las lágrimas de la mujer que buscaba a sus hermanos, movilizados por la guerra, como en los cuentos y algunos chistes, le concede tres deseos, pero con la advertencia: “ al final no he de faltar a mi palabra”.

Diversos momentos de estas tres historias, entretejidas con acertadas reflexiones van estableciendo una serie de identificaciones que al final pueden servir como un mapa inicial para adentrarse en las implicaciones del encuentro/choque de dos civilizaciones, cuyos mitos fundantes se originaron en la misma zona geográfica pero han tomado rumbos que se antojan irreconciliables. Aquí van algunas:

Laila/Oriente/ Islamismo
Búsqueda y aproximación/Movimiento hacia el otro
Mito y fatalidad

Ana/Occidente/Cristianismo
Huída y distanciamiento/Movimiento desde el otro
Racionalidad y desencanto

Narrador/Centro/Ateísmo
Regreso e inmovilidad/Desinterés por el otro
Irracionalidad y odio



Acerca del estilo de Volpi, podemos decir que en este libro, las oraciones son cortas. Los párrafos, breves. La claridad, deslumbrante. A veces da la impresión de que se está revisando un cuaderno de notas, de postales (dirían los poetas), con lo cual se acelera el proceso de lectura sin sacrificar la tensión narrativa. El placer de la lectura, habrá que decirlo, se incrementa con el diseño editorial de esta primera edición, elegante desde sus pastas duras.

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