miércoles, 17 de febrero de 2010

La espiral como re-velación


Notas sobre tres novelas de Alejo Carpentier



Aquí se sugiere la imagen de la Espiral como clave de lectura para aproximarse a la obra de Alejo Carpentier. En un primer momento se considera la coincidencia de dos paradigmas cronológicos en algunos de sus textos: el moderno y el primitivo, representables como la línea recta y el círculo. Luego se verá cómo estas dos formas de comprender la temporalidad generan, por contacto, un movimiento espiral (giro y proyección existencial) que une el origen y el destino. Por último se menciona el símbolo en que todo este movimiento se comprende y explica.
1. La mirada circular
Cuando uno lee Los pasos perdidos advierte de inmediato un doble movimiento: en cierto sentido el relato avanza, la historia transcurre, la vida sigue; pero en otro, el tiempo retrocede, involuciona (Véase Fig. 1). Hay un viaje del Allá al Acá, de Dentro hacia Fuera, de la realidad de cartón a la realidad que maravilla. Este viaje de avance/regreso, evocación de la Diosa -vientre/tumba-, proyección del Origen como Destino, puede contemplarse siguiendo varios hilos: el de la música (de lo comercial al nacimiento de la misma), el de la historia (de lo contemporáneo al tiempo inmemorial de la Creación), el de la irrupción de lo sagrado (siguiendo las etapas de un viaje mítico), o, viendo cómo el paisaje se transforma según épocas y regiones: del paisaje de cartón se migra la paisaje celeste imaginario para llegar luego al paisaje natural de la cultura que desemboca en un paisaje límite: la selva en tanto que mundo de la mentira. Pero hay algo más en este relato que "avanza retrocediendo" y es que el Hombre-ninguno, personaje central de la novela es al mismo tiempo un narrador, protagonista y testigo, proyecto y proyectil dentro del relato: se mira y es mirado en un juego de espejos que hace más confusa la relación entre el ser y la apariencia. El viaje describe una línea que vuelve al punto de partida pero en condiciones diferentes: se cumple un ciclo, empero las transformaciones experimentadas impiden el regreso en las mismas circunstancias. La línea deviene círculo gracias a la mirada, o si se prefiere, a la perspectiva de quien narra (Véase Fig. 2). Entonces pienso en Paz y comprendo la intensidad poética de Carpentier:
Ironía y analogía son irreconciliables. La primera es hija del tiempo lineal, sucesivo e irrepetible; la segunda es manifestación del tiempo cíclico: el futuro está en el pasado y ambos en el presente. La analogía se inserta en el campo del mito, Y más: es su fundamento; la ironía pertenece al tiempo histórico, es la consecuencia (y la conciencia) de la historia (Paz, 397).
Carpentier busca, si mal no entiendo, reconciliar dos cosmovisiones de naturaleza opuesta: dos formas de habitar el mundo: dos movimientos que sólo pueden unirse con los símbolos de un nuevo lenguaje: "Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema" (2004a,272).


 

 
Figura 1. En Los pasos perdidos y otras obras de Alejo Carpentier, como Viaje a la semilla, mientras el relato avanza la historia involuciona.

 

 

 

 


 

 

 

 

 
Figura 2. En Los pasos perdidos, lo mismo que en El Siglo de las Luces y El Arpa y la Sombra hay siempre un "regreso", pero el viaje trans-forma todo.

La coincidencia del tiempo lineal y el tiempo cíclico, del relato que avanza y la historia que regresa, del que mira y es mirado con los mismos ojos, no puede ser sino una propuesta poética, violenta, revolucionaria. No es casual el extrañamiento de los personajes de las novelas de Alejo Carpentier: viven la re-vuelta: una revolución latinoamericana en Los pasos perdidos, la revolución francesa en El siglo de las luces, la revolución política en el caso de Pio IX, la revolución económica y cultura en tiempos de Cristóbal Colón. Los actantes son entidades en tiempos de caos. Testigos de explosiones. Buscadores. Excéntricos. Experimentan la pugna entre el Antes y el Después, tensión entre el Arriba y el Abajo, lucha de todos los contrarios...
Octavio Paz pensaba que "hija de la historia y la razón, la Revolución es hija del tiempo lineal, sucesivo e irrepetible" (524) pero además "hija del mito, la Revolución es un momento del tiempo cíclico, como el giro de los astros y la ronda de las estaciones" (525). Vista así, como dualidad, la Revolución es insoportable, absurda, insostenible. ¿Puede haber algo más aterrador que la esperanza y el fracaso anulándose mutuamente sin alternativa? Y de hecho, así sería si la confrontación no generara el sistema vectorial de fuerzas centrífugas y centrípetas que mantienen el giro, por un lado, y el desplazamiento infinito, por otro. Juegos de fuerzas que se equilibran generando continuamente helicoides y espirales en las que el cambio se realiza. Véase la fig. 3.

 

 


 

 

 

 

 

 

 
Figura 3. La coincidencia del tiempo mítico y del tiempo lineal generan un sistema de fuerzas que mantienen el giro, por un lado y el desplazamiento infinito, por otro.

 
Este movimiento es el que permite tomar distancia y conciencia del Origen mientras el tiempo pasa. Como si navegar en el remolino que produce el encuentro de dos corrientes de agua revelara el sitio que no existe en "ningún mapamundi":
Hallábase Esteban en las Bocas del Dragón, en el alba aún estrellada, allí donde el Gran Almirante viera el agua dulce trabada en lucha con el agua salada desde los días de la Creación del Mundo. "La dulce empujaba a la otra porque no entrare, y la salada porque la otra no saliese." Pero aquel agua dulce, tan caudalosa, no podía provenir sino de la Tierra Infinita o, lo que era mucho más verosímil para quienes aún creyeran en la existencia de los monstruos catalogados por Isidoro de Sevilla, del Paraíso Terrenal. (2004b, 294)
El movimiento no cesa. El tiempo lineal de la historia sigue irreversible mientras la conciencia mítica traza círculos: "Según el color de los siglos, cambiaba el mito de carácter, respondiendo siempre a renovadas apetencias, pero era siempre el mismo" (2004b, 296).
3. El caracol como símbolo
La espiral como visón del mundo favorece la comprensión de la vida: la explica y unifica. Vivir es trascender, trasladarse, transformarse. El viaje que se despliega en giros revolucionarios vincula el origen inaccesible con el futuro inalcanzable. El ser vibra en el eterno vaivén de los espirares como un punto que trascurre y discurre entre los extremos. Desplazamiento en que todo cabe. Por eso en la espiral el personaje se mueve como las toninas en el mar, "en giro concertado", y se integra al ritmo de la ola, "viviendo sus movimientos con tal identidad de descansos, saltos, caídas y aplacamientos" (2004b, 217).
Pero la espiral que define el ritmo de la historia se hace palpable con toda su claridad y con todos sus enigmas cuando la forma logra materializarse. Por eso la presencia recurrente de los caracoles en la obra de Carpentier: caracol-poema, caracol-piedra, caracol-instrumento... Símbolo supremo. Inevitable referencia. "Un caracol aquí", "un caracol allá", "caracol rosado", "caracolas de formas nuevas", como las que Colón contempla. Estructuras donde "naturaleza y cultura parecen abrazarse" como señala Leonardo Acosta (103).
En El siglo de las luces, al final del subcapítulo 24, Esteban mira un caracol y la descripción resalta la importancia de esta figura en la Ciencia de las Formas al tiempo que hace explícito su significado:
[Esteban] abismábase en la contemplación de un caracol –de uno solo- erguido como monumento que le tapara el horizonte, a la altura del entrecejo: El caracol era el Mediador entre lo evanescente, lo escurrido, la fluidez, las estructuras y las alternancias, donde todo era asible y ponderable (2004b, 129).
En la estructura misma del caparazón donde el movimiento continuo se petrifica todos los contrarios se reconcilian. La paradoja se realiza. Lo palpable y lo intangible se funden y confunden. Metáfora del Universo. El caracol se muestra de nuevo como el Poema: síntesis de la historia. Conjunción de todo lo visible y lo invisible. Bajo la forma de una concha la conciencia del tiempo moderno gira como en épocas inmemoriales y se despliega para re-velar la totalidad de lo humano. Así,
Contemplando un caracol –uno solo- pensaba Esteban en la presencia de la Espiral, durante milenios y milenios, ante la cotidiana mirada de los pueblos pescadores, aún incapaces de entenderla ni de percibir, siquiera, la realidad de su presencia. Meditaba acerca de la poma del erizo, la hélice del muergo, las estrías de la venera jacobita, asomándose ante aquella Ciencia de las Formas desplegada durante tantísimo tiempo frente a una humanidad aún sin ojos para pensarla. ¿Qué habrá en torno mío que esté ya definido, inscrito, presente, y que aún no pueda entender? ¿Qué signo, qué mensaje, qué advertencia, en los rizos de la achicoria, el alfabeto de los musgos, la geometría de la pomarrosa? Mirar un caracol. Uno solo. Tedeum (Carpentier, 2004: 219).


Salida
Los pasos perdidos, El siglo de las luces y El arpa y la sombra tienen en común la estructura de un periplo de ida y vuelta con transformaciones irreversibles y violentas durante el trayecto. El tiempo continúa pero el espacio permanece. El centro se ha perdido. El hombre sigue siendo el mismo en todo momento, pero el entorno cambia. El cambio es lo único que permanece como dijera el filósofo griego. Las vueltas y revueltas se combinan con la inexorable linealidad histórica de lo sucesivo generando un remolino, una tormenta helicoidal, una espiral infinita cuyos extremos –principio/fin, origen/destino, vientre/tumba- se tocan en la volatilidad del Aquí y Ahora. Razón y mito en juego. El caracol, por su forma, es el símbolo perfecto de la existencia. Hierofanía. Re-velación en el doble sentido de la palabra: manifestación de lo sagrado y reocultamiento.
Referencias

 
Acosta, Leonardo (1981): Música y épica en la novela de Alejo Carpentier. La Habana: Editorial Letras Cubanas.
Carpentier, Alejo (2002): El arpa y la sombra. México: Siglo XXI Editores.
- - - - - - - -     (2004a): Los pasos perdidos. Buenos Aires: Editorial Losada.
- - - - - - - -     (2004b): Obras completas vol. 5. El siglo de las luces. México: Siglo XXI Editores.
Paz, Octavio (1994): Obras completas vol. 1. La casa de la presencia. Poesía e historia. México: Fondo de Cultura Económica.

 

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