Decir universidad es referirse a una organización de suyo compleja, no
sólo por sus raíces y evolución históricas, así como sus funciones sustantivas,
sino por las interacciones sociales internas y externas que afectan múltiples
dimensiones individuales y colectivas. Las Instituciones de Educación Superior
(IES) requieren para cumplir con su vocación una misión y una visión que
integre y oriente la riqueza de la diversidad hacia un fin común, una
estructura que le brinde estabilidad y personas. En este sentido, siempre serán
importante contar con modelos que ayuden a conceptualizar, interpretar y
dirigir los recursos disponibles hacia el logro de los propósitos que le dan sentido.
Idealmente, en las universidades
el modelo de gestión debe estar subordinado al modelo educativo; no siempre es
así. En ocasiones la docencia y la investigación están al servicio de la
administración. De lo que no hay duda es que construir y describir estos
modelos es de gran utilidad para entender el qué, para qué, cuándo, cómo y con
quién. En este sentido el libro de Óscar Erasmo Návar García y Jacinto Toca Ramíres, Hacia un modelo de gestión de los recursos
humanos para las universidades (México: Plaza y Valdés – Universidad Juárez
del Estado de Durango, 2017) da la pauta para reflexionar sobre la importancia
de contar con un modelo de gestión del talento humano ad hoc, alineado al Plan de Desarrollo Institucional, centrado en
la formación del personal para la generación de inéditos esquemas de
estructuración orgánica que permitan asegurar la pertinencia, la productividad
académica y la innovación, asumiendo en todo momento que se trata de una
organización inteligente.
El modelo de gestión de talento que proponen, a lo largo de
ocho capítulos, se enfoca en la formación del personal como acción estratégica
que permita armonizar las necesidades los universitarios con exigencias
institucionales, a fin de contribuir al desarrollo sostenible y altamente
competitivo de las IES en general, y de las Universidades Públicas Estatales
(UPE’s), en particular. Son éstas, creadas por los congresos estatales como
organismos públicos descentralizados que deben desarrollar las funciones de docencia, generación y
aplicación innovadora del conocimiento, así como de extensión y difusión
de la cultura, las que -en el marco de la internacionalización- enfrentan “la
necesidad de generar inéditos esquemas de estructuración orgánica y, al mismo
tiempo, demanda formas de funcionamiento muy diferentes a las tradicionales”
(17).
1. Los Recursos
Humanos como Activo Estratégico para el Desarrollo de la Competitividad
Institucional
Las instituciones, en tanto que organizaciones humanas, son
estructuras que “combina[n] el esfuerzo de los individuos o grupos de individuos”,
que colaboran en diferentes ámbitos y niveles de responsabilidad
correspondientes a las tareas que deben realizar para alcanzar los objetivos
propuestos, que en el caso de las UPE’s pueden ser, además de los ya señalados:
“brindar servicios educativos reconocidos como de elevada calidad, evaluados,
dictaminados y acreditados” por Comités Interinstitucionales para la Evaluación
de la Educación Superior, el Consejo para la Acreditación de la Educación
superior o por el Concejo Nacional de Ciencia y Tecnología (23). De ahí la
importancia de atraer, formar y retener el talento, ya que
las características de los medios materiales y los atributos del talento humano del personal de la Institución, expresados a través de su infraestructura, capacidad académica, de gestión y servicio, ejercen un claro impacto sobre los niveles de logro de los grandes objetivos institucionales, derivados estos de la Misión y Visión de su PDI. (24)
Resulta obvio, y quizá por ello algunos manuales de Administración
de Recursos Humanos lo omiten, que para lograr un desempeño institucional deseado,
con elevados indicadores de capacidad y competitividad académica, se requiere
que el talento se desarrolle de acuerdo con la Misión y Visión institucional y
en el marco del Plan de Desarrollo Instituciona (PDI).
La formación en el centro de la gestión del talento se
fundamenta en la idea de que el capital intelectual obtenido de la formación
permanente de los individuos puede traducirse en aprendizaje y cultura organizacional
y, estos, a su vez, en generadores de valor e innovación institucional, lo cual
es de suma importancia en el contexto de la Sociedad del Conocimiento. De ahí
que, “identificar y medir el capital intelectual” es, no sólo recomendable,
sino necesario, toda vez que es un “factor de producción fundamental,
dependiente no sólo de la cantidad sino además de la calidad y grado de
formación de quienes participan en los procesos de trabajo de la Institución,
asumida esta como una organización moderna y compleja” (28).
2. Importancia de un Plan de Formación de Recursos
Humanos para las Instituciones Educativas
No debería ser, pero es un hecho que en el sector privado se
da mayor importancia a la planeación y el desarrollo del talento que en el
sector público, de ahí que los autores insistan en que “un Plan de Formación de
Recursos Humanos para las UPE’s sería un extraordinario instrumento para
promover y dirigir el desempeño de todos hacia el desarrollo institucional”
(31). O, dicho de otro modo, las UPE’s requieren -más que una oficina de
personal encargada de contratar, gestionar la nómina y despedir a los
trabajadores- una entidad que entienda el rumbo y los retos de la institución,
la complejidad de las tareas y las competencias requeridas, y en consecuencia
fortalezca el talento en el entendido de que “a mayor conocimiento
organizacional (conocimiento de sí mismas) mayor capacidad competitiva de estas
instituciones” (34). Se entiende que este plan de formación no puede reducirse
a cursos de capacitación que en el mejor de los casos desarrollan habilidades y
en el peor sólo reciclan información; es importante que las competencias de los
profesionales de la educación y demás colaboradores sean desarrolladas en el
mismo contexto laboral (académico y administrativo), integrando comunidades de
práctica y de indagación en las que se genere y combine conocimiento no sólo
disciplinar sino organizacional, como medio para “el fortalecimiento de la
institución, creatividad y capacidad de interpretación de la información
organizacional para generar, implementar y operar estrategias de cambio
organizacional, así como para diseñar, implementar e implantar propuestas de
innovación de los diferentes procesos que al interior de las UPE’s” (35).
3. La Innovación Organizacional base de la
Competitividad Institucional en el Marco de la Globalización
Es indudable que tanto la Sociedad del Conocimiento como la
Globalización con sus implicaciones tecnológicas y económicas han tenido un
impacto significativo en la comprensión del presente y el futuro inmediato del
mundo, en general, y en la forma de entender la educación, particular. Los
egresados de las universidades, por ejemplo, han de desempeñarse en contextos
locales, nacionales y mundiales, respondiendo a los escenarios emergentes. Pero
no sólo los individuos, las instituciones deben “adaptarse y responder
oportunamente a los continuos cambios de los contextos en los que las IES se
ubican” (38), para incrementar su capacidad, mejorar su competitividad, pero
sobre todo para asegurar su pertinencia, calidad e internacionalización. (41)
4. Fortalecimiento
del Talento Humano y Desarrollo Institucional Sostenido
Estamos lejos de los tiempos en los que se ponderaba a los
especialistas, ahora se prefieren los puestos polivalentes, surgidos como
consecuencia de la llamada Reingeniería de procesos (propuesta por Davenport),
que antecede a la Gestión del Conocimiento. Sin duda, “la inserción de la
robótica, los sistemas expertos y la interactividad entre las máquinas vía
conexión digital en los procesos de trabajo” permite la realización de tareas con
mayor precisión y en menor tiempo, pero no son suficiente por sí misma. De ahí la
necesidad del talento versátil para sobrevivir en un entorno global “altamente
competido y notablemente cambiante (44-45). En este nuevo escenario, siguiendo
a Giménez, consideran importante:
- aumentar el stock de conocimientos;
- posibilitar mayores niveles de inversión en formación y salud del personal;
- constituir una vía de difusión del conocimiento;
- determinar las diferencias salariales entre trabajadores del conocimiento más y menos cualificados y, por ende, los estímulos a la capacitación.
5. La Calidad,
Productividad y Competitividad como centro del Sistema de Gestión Institucional
La Sociedad del Conocimiento ha desplazado tanto a la
“sociedad agraria” como a la “sociedad industrial” (52). Sus características
-transformación tecnológica, exuberancia, rapidez, hábitos de consumo, nuevas
profesiones, transparencia y reconocimiento de derechos- no sólo afectan a las
instituciones educativas, sino a la sociedad en general. De esta manera, queda
claro que la “formación de recursos humanos” está estrechamente ligada a los “procesos
de gestión del talento humano” y al “desarrollo de las competencias laborales” (53).
No se trata de capacitar para el trabajo, sino de generar compromiso y
motivación mientras se alinean el proyecto del colaborador con el proyecto
institucional. Y en este sentido es importante señalar que los autores retoman
las ideas de McClelland sobre motivación y su variable dual Performance/Quality,
“considerado el primer término como ‘la necesidad de logro’ (resultados
cuantitativos) y la segunda como la calidad en el trabajo (resultados cualitativos)”
53-54. Cuando un colaborador es competente en las tareas que se le encomienda,
el primero en percibir el grado de satisfacción es él, precisamente por el
sentido de logro. Esta constatación no debe ser íntima y egocéntrica puesto que
ocurre en el plano organizacional y debe, primero, reconocerse y, luego, integrarse
al “conjunto de relaciones, tanto internas como externas, que la empresa
construye a partir de nuevos conocimientos sobre sí misma” y en consecuencia “generar,
implementar y operar políticas y estrategias de desempeño que hagan de la
organización una que sea cada vez más competitiva” (57).
6. Un sistema de liderazgo basado en competencias
laborales como Estrategia para una nueva estructura social de las IES
Nuevos líderes para afrontar nuevos retos. La gestión de las
instituciones educativas no puede ser la de la hacienda pues se ha superado la
sociedad agraria, ni la administración de la factoría, porque ha quedado atrás
la sociedad industrial. Se necesita poner en el centro a las personas, su talento
y sus aspiraciones, para generar cambios deseables acompañados por “un sistema
de liderazgo dentro de las UPE’s, capaz de desarrollar una nueva estructura
social” (60). Y esta es quizá la parte más atractiva del libro por ser la más
desafiante: el gestor de talento es un líder, un aliado estratégico de la
organización y los colaboradores, un ingeniero de los procesos educativos y, si
vale la expresión, un gerente de sueños. O dicho en sentido contrario: el
gestor de talento no puede ser un burócrata de la contratación y los despidos,
experto del control y la reducción de costos, un especialista en elaboración de
gráficos de Excel que serán expuestos en presentaciones ejecutivas con Power
Point. O surge este liderazgo en las instituciones o la sociedad, en general, y
los empleadores, en particular, seguirán afrontando desafíos al margen de las
universidades.
7. Análisis de
puestos y contenidos del Programa de Formación de Recursos Humanos en las Instituciones
Educativas
Ha quedado claro, desde el inicio del libro, que las
universidades son organizaciones y, por tanto, estructuras. Esta estructura se
expresa generalmente en el organigrama. Y al igual que al árbol se le conoce
por los frutos, a las instituciones educativas se les conoce por sus egresados
y la productividad académica; aunque también, en gran medida, por sus
organigramas. Cuando se desconoce el claustro o el desempeño de los egresados,
una vista rápida al organigrama permitirá inferir cómo se ve a sí misma la
organización y a qué aspira. Esta es, sin duda, una de las funciones menos
conocida ya que generalmente se resaltan las relaciones de poder en la
jerarquía o se establece un tabulador salarial, cuando debería enfatizarse la
colaboración para agilizar procesos y asegurar -con calidad- la satisfacción
del usuario final. Esto facilitaría “la determinación del contenido de los
empleos, identificación de las tareas y las competencias” así como “la
generación de nuevas funciones” (65), o sea, el análisis de puestos y perfiles.
Los objetivos múltiples de productividad, capacidad y competitividad académica de la institución, se proyectan también de manera múltiple en los puestos que incluye la estructura orgánica de las IES, o sea, en las funciones y tareas que realiza el personal a su servicio (66)
Hablar de competencias, más allá de aludir a actuaciones
integrales o desempeños que movilizan conocimientos, habilidades y actitudes para
la resolución de problemas del contexto (en este caso) es ampliar la mirada
para ver el proceso, no sólo el resultado, para ver a la persona en su
totalidad y no únicamente la mano de obra, para ver a los colaboradores como
parte de la organización y no como personal bajo contrato, que los son. Y,
además, en lo referente al establecimiento de los puestos y la selección, “conlleva
la necesidad de empezar por la identificación del resultado antes de pasar a
describir las tareas. E, incluso, dejar un rasgo abierto de posibles caminos
para llegar al resultado esperado” (67).
8. El paradigma
Heurístico como Modelo pedagógico para el desarrollo pertinente de los recursos
humanos en las IES
Además de reconocer la innovación constante alentada por los
sistemas de producción basados en el conocimiento y los efectos de la economía
global, es necesario sumir que el mundo es cambiante y complejo, lo cual obliga
a vivir con un alto margen de incertidumbre y la consciencia de que los empleos
también cambian, se tornan complejos, exigen un aprendizaje a lo largo de toda
la vida. Aprender algo para replicarlo posteriormente en el trabajo ya no es
suficiente. Se prefiere hablar de aprender a aprender, aprender haciendo,
resolver problemas, investigar, afrontar retos, desarrollar soluciones. Se
necesita para un nuevo modelo de gestión del talento centrado en la formación
asumir un nuevo paradigma:
El paradigma heurístico, el cual se fundamenta en el aprendizaje flexible, lo que implica que la línea divisoria tradicional entre los que enseñan y los que aprenden se desvanece, al igual que entre la operación y la capacitación, entre la teoría y la práctica, entre las necesidades de la institución y la del individuo, entre la explicación y la evaluación, entre el conocimiento explícito y el tácito y entre el costo y el beneficio (70)
Viene a la mente de inmediato la idea de comunidad pues
quien se forma es “un ente social,
protagonista y producto de las múltiples interacciones sociales en que se ve involucrado”
(71) y también la noción de cultura ya que esta “influye en los resultados de
los procesos de formación del personal y, por tanto, en el desarrollo y
fortalecimiento mismo del talento humano dentro de las IES” (72). Así, en la
medida en que una universidad se asume como organización inteligente, se
compromete a “crear el ambiente social, organizativo, técnico y pedagógico que
conduzca [al]
aprendizaje, sustentado todo ello por las políticas de apoyo necesarias,
lo mismo que por las estructuras orgánicas básicas para apoyar el desarrollo
del personal” (74).
Se dice al inicio de este texto que el libro, da la pauta
para reflexionar sobre la importancia de contar con un modelo de gestión del
talento humano ad hoc para las IES. La excelencia educativa, los
indicadores de capacidad, productividad y competitividad académica, dependen en
mucho de un modelo de gestión que atraiga, desarrolle y retenga el talento, de
acuerdo a la estructura y la organización de las tareas institucionales,
conforme a las competencias de los respectivos puestos, un plan de formación
centrado en la persona y sin olvidar que todo trabajo debe ser “decoroso,
decente o digno”, entendido este como “aquel que logra un deseable y sano
equilibrio entre la vida laboral, individual, familiar y social del conjunto de
personas que laboran dentro de las UPE’s” (76).
En la medida en la que las IES se conviertan en auténticas
comunidades de conocimiento donde la productividad, la calidad, la capacidad y
la competitividad académica hacen sentido a sus miembros, cuyos indicadores son
tratados “con inteligencia y creatividad” y no como meros números finales, se facilita
el trabajo de los agentes de cambio, la innovación y, sobre todo, se fomenta el
compromiso para alcanzar la visión institucional. Y en ese sentido, para concluir,
conviene recordar las cinco disciplinas que caracterizan a una organización
inteligente, según, Senge: 1) pensamiento sistémico: 2) dominio personal: 3) modelos
mentales, 4) construcción de una visión compartida y 5) aprendizaje en equipo.