En la primera entrega de las charlas, corresponde al escritor poblano, como buen anfitrión, hacer los honores al Generalísimo. Sucede en el relato que, por los días en que estaba terminando de escribir Zapata, se presenta el Siervo de la nación en casa del escritor. De hecho, lo despierta con un extraño olor, “un fuerte tufo a tierra húmeda, o a guano”. Se muestra “contundente aunque pequeño, con su uniforme militar y su mascada de seda en la cabeza” para involucrar, en una última batalla, al autor de Morir es nada:
-Usted, Palou, me conoce de sobra como para presentarme. Así que abreviemos. He venido a pedirle que cuente mi vida.
[...]
Morelos caminaba por mi estudio, ojeaba los libros y esperaba una respuesta.
-Me toma usted por sorpresa, padre –le dije-, ahora mismo estoy terminando…
Me interrumpió:
-Lo sé, lo sé. Sólo por eso he venido a verle. Usted termine lo que tenga que terminar, he esperado ya bastante. Luego comenzaremos con lo mío, ¿de acuerdo?
Morelos caminaba por mi estudio, ojeaba los libros y esperaba una respuesta.
-Me toma usted por sorpresa, padre –le dije-, ahora mismo estoy terminando…
Me interrumpió:
-Lo sé, lo sé. Sólo por eso he venido a verle. Usted termine lo que tenga que terminar, he esperado ya bastante. Luego comenzaremos con lo mío, ¿de acuerdo?
Y mientras tanto, José María Teclo, hijo de Juana Pérez Pavón, instala una tienda de campaña en el jardín del narrador, quien acepta el papel de amanuense para recuperar la biografía “que los libros oficiales y los biógrafos le escatimaron”. Los doce capítulos de la charla se presentan como el resultado de una larga entrevista, ya porque era la condición impuesta por el proyecto editorial, ya porque es una estrategia que enfatiza el ambiente de intimidad (además de que el diálogo supone la correspondencia entre el tiempo de la historia y el tiempo del relato). Se cumple también la condición del café por medio, aunque no se excluye un buen tequila.
El trato entre los interlocutores siempre recurre a la forma respetuosa del usted. Llama la atención, sin embargo, la manera en que el narrador va cambiando la forma de dirigirse a Morelos: pasa del título padre a llamarlo por su nombre, pasando por el reconocimiento de general. Y paralelamente al incremento de la confianza avanza de las preguntas ordinarias a las personales, lo que le lleva a indagar si quien naciera el 30 de septiembre de 1765 se llegó a sentir culpable de haber traicionado el celibato o si le dolió la excomunión. Paradójicamente, conforme transcurren las páginas, la imagen contundente de Morelos se va decolorando hasta desvanecerse, lo mismo que el olor a recién desenterrado.
Como en la mayoría de los libros de Palou, no podía faltar su firma, o sea, el triángulo subyacente de sus obsesiones literarias: dolor-memoria-escritura (acaso sean más, pero con esas tres basta ). Recordemos que en este libro es Morelos quien pide que se cuente su historia (por ello recurre a un escritor). Sabe que tiene poco tiempo porque su memoria “también se acerca a la muerte”. Luego le dirá que le “da mucha tristeza ver en lo que se ha convertido México”, “México es una vieja y profunda herida que arde con un fuego ciego y secreto”, que “el que no olvida tampoco perdona”, y en un momento de cólera expresará: “¡Hay tanto dolor en mis huesos!”. Dolor, memoria y escritura se entrelazan, como puede verse en la página 52:
Porque eso sí se lo puedo decir sin duda alguna: amé mi curato, amé a mis feligreses como a mis propios hijos.
-En todos los libros de historia se cuentan sus afanes en Carácuaro, general. De eso puede estar tranquilo.
-¡Los libros de historia, Palou, no sirven para nada, se afanan en encontrar una continuidad allí donde no hay sino saltos para atrás, nuevos dolores de cabeza! ¿Cuántas veces hemos sido derrotados en México?, ¿las ha contado acaso?
-No se me ha ocurrido.
-Pues haría mejor que inventándose cuentos y novelas. Este país es una herida, una cicatriz que supura, un fracaso.
Pero así como es posible afirmar que Pedro Ángel Palou es un escritor tan obsesivo como prolífico, también hay que apuntar que es un autor versátil, capaz de reinventarse a sí mismo como escritor en cada libro. No hay que olvidar que este es el segundo título que el doctor en Ciencias Sociales le dedica al insurgente cura de San Agustín Carácuaro. El anterior fue Morelos. Morir es nada (México: Planeta, 2007). En ambos se hallan datos biográficos comunes: el nacimiento, el abandono de su padre, la muerte de su madre, el mecenazgo de José María Izazaga en Apatzingán, sus estudios en el seminario de Valladolid donde conoció a Miguel Hidalgo como rector, aspectos de su vida amorosa y otros sentimientos, la presencia de Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros, ecos de Valladolid, Huetamo, Acapulco, Puebla, Cuautla (donde, por supuesto, no podía faltar una página dedicada al niño artillero), testimonios documentales. Pero los contrastes son evidentes. A la brevedad de la charla se opone la extensión de la novela. A la voz masculina de Morelos y Palou en un libro se enfrenta el tono femenino de Jerónima, narradora del otro. Al lenguaje contemporáneo de la entrevista, se contraponen los giros arcaicos que intentan anclar y ambientar Morir es nada en el siglo XIX. A la perspectiva histórica, una visión intimista. A la celebración del héroe, la recuperación de una personalidad compleja. Al estratega, el hombre.
-En todos los libros de historia se cuentan sus afanes en Carácuaro, general. De eso puede estar tranquilo.
-¡Los libros de historia, Palou, no sirven para nada, se afanan en encontrar una continuidad allí donde no hay sino saltos para atrás, nuevos dolores de cabeza! ¿Cuántas veces hemos sido derrotados en México?, ¿las ha contado acaso?
-No se me ha ocurrido.
-Pues haría mejor que inventándose cuentos y novelas. Este país es una herida, una cicatriz que supura, un fracaso.
Pero así como es posible afirmar que Pedro Ángel Palou es un escritor tan obsesivo como prolífico, también hay que apuntar que es un autor versátil, capaz de reinventarse a sí mismo como escritor en cada libro. No hay que olvidar que este es el segundo título que el doctor en Ciencias Sociales le dedica al insurgente cura de San Agustín Carácuaro. El anterior fue Morelos. Morir es nada (México: Planeta, 2007). En ambos se hallan datos biográficos comunes: el nacimiento, el abandono de su padre, la muerte de su madre, el mecenazgo de José María Izazaga en Apatzingán, sus estudios en el seminario de Valladolid donde conoció a Miguel Hidalgo como rector, aspectos de su vida amorosa y otros sentimientos, la presencia de Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros, ecos de Valladolid, Huetamo, Acapulco, Puebla, Cuautla (donde, por supuesto, no podía faltar una página dedicada al niño artillero), testimonios documentales. Pero los contrastes son evidentes. A la brevedad de la charla se opone la extensión de la novela. A la voz masculina de Morelos y Palou en un libro se enfrenta el tono femenino de Jerónima, narradora del otro. Al lenguaje contemporáneo de la entrevista, se contraponen los giros arcaicos que intentan anclar y ambientar Morir es nada en el siglo XIX. A la perspectiva histórica, una visión intimista. A la celebración del héroe, la recuperación de una personalidad compleja. Al estratega, el hombre.
Pero volviendo a la charla con Morelos, es interesante la lectura a contrapelo que realiza Palou, como sugiere Walter Benjamin. Así, el defensor del sitio de Cuautla nos refiere la traición que experimentó Hidalgo:
¡Cuánto dolor habría sentido mi viejo rector al ver que Aldama, Allende y Abasolo abjuraron y lo acusaron de haberlos engañado! Luego lo apresaron y lo condujeron a juicio. El 31 de julio de 1811 fue fusilado.
¡Cuánto dolor habría sentido mi viejo rector al ver que Aldama, Allende y Abasolo abjuraron y lo acusaron de haberlos engañado! Luego lo apresaron y lo condujeron a juicio. El 31 de julio de 1811 fue fusilado.
Una versión muy diferente de los discurso oficiales y la sabiduría contenida en las láminas y planillas que venden en las papelerías, donde los buenos son siempre amigos y merecen salir juntos en la foto (o al menos ser pintados en el mismo mural). En esta lógica, es posible preguntarnos por la situación actual después de casi dos siglos:
México se desangra, nos estamos volviendo a matar entre hermanos, sólo que ahora no hay nada noble que justifique esta cacería de bestias. (147)
A un diagnóstico tan desolador sólo se puede sobrevivir con humor y con ironía. No es extraño por tanto que al conversar sobre el sitio de Cuautla, quien fuera degradado y declarado hereje cuente que “los cañonazos y balazos no cesaban. Aun así la mayoría de las veces atinaban a caer en los que ya estaban muertos.” Y en ese sentido puede leerse uno de los últimos diálogos, cuando Morelos asume el final de su participación en las batallas, diciendo que “La lucha de independencia seguiría”. Y Palou pregunta:
-¿Y siguió?
-No ironice.
-No ironice.
Esta pregunta, perdida en la página 146 no es inocente. La respuesta de Morelos no la resuelve ni la elimina, sólo muestra la sagacidad del autor que conoce el poder corrosivo de la ironía (en el mejor sentido de la expresión). El sentido profundo no está en lo que se dice. Un escritor irónico requiere lectores irónicos.
El libro incluye con una cronología mínima y, por supuesto, los Sentimientos de la nación, que todo mexicano bien nacido debe leer.
Resumen interesante de lo platicado por Paulou y Morelos, sin embargo no estoy de acuerdo que se recurra a el dialogo platonico, para tratar de discurrir la personalidad, los pensamientos, los origenes y demás características de un personaje como Morelos, tan complejo como cualquier ser humano, que ante sus circunstancias se debate en un accionar sensible.
ResponderEliminarMe parece interesante su resumen y la obra a la que hace referencia. Aunque Palou no me parece un escritor al que se pueda recurrir para satisfacer la necesidad de la lectura, es bueno conocer, por medio de este tipo de artículos, los intentos de este escritor para llegar a la originalidad, como la estrategia narrativa de entrevistarse con Morelos.
ResponderEliminarveo que comentas muchas veces en el blog de marco t. aguilera, ten cuidado, es una persona medio loca y convenenciera. es en serio.
ResponderEliminarDaniel Cortes Arguelles
ResponderEliminarSi bien es cierto que Palou no es precisamente la priedra angular de la literatura (como anteriores comentarios recuerdan), es sin embargo destacable en su trabajo, sobre todo como historiador. Y en un tiempo en el que nuestra identidad como nacìòn y cultura, ocasinada en parte por no interesarnos en conocer sobre nuestra historia, resulta muy loable el trabajo de personas que nos recuerden el camino erroneo que hemos tomado. Buscando en el extranjero soluciones para todos nuestros problemas, serìa vital hechar una mirada atras y buscar en los personajes que han forjado esta naciòn la soluciones, que siempre han estado ahì, pero que cada vez nos negamos mas en reconocer. No se trata de buscar mas soluciones sino de aplicar las que siempre hemos tenido.
Apesar de que para mi es desconocido ese autor, creo que por el resumen que lei me dejó buena impresión; me parece interesante que le de "voz" a nuestros heroes patrios. Me gusta la historia, y me gustó el sentido tan familiar que le dio a esta obra.
ResponderEliminarAunque no he leido nada escrito por este autor, me parece interesante la manera en que se narran diferentes hechos biograficos de la vida de Morelos en esta platica, considero que talvez se busca una manera mas amena de transmitir este tipo de conocimientos a las personas que tengan la oportunidad de leer este libro
ResponderEliminarAunque desde otros puntos de vista podria considerarse como una especie de novela de un personaje historico como este seria necesario tener la oportunidad de leer este libro para poder tener una opinion que sea aceptable y no simplemente guiarnos por una reseña del texto.
Para mi es importante leer este tipo de textos para conocer mas acerca de libros y pensar si para mi seria interesante leerlos o no
Un libro que me parece interesante por la historia que contiene sobre un hombre que aporto a la guerra de independencia y la manera en que el autor la narra. aunque no conozco a el autor me parece interesante esta publicacion que usted hace sobre su libro y creo que sera interesante leerlo. me parece onteresante su manera de publocar comentarios sobres estas obras y creo que son una buena referancia para los que no hemos leido algunos de estos libros.
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